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VARIEDADES

La mandrágora, la planta de los brujos

Hoy no vamos a hablar de una planta que recomendemos para el jardín precisamente, y es que la mandrágora posee cualidades sumamente tóxicas para el ser humano, tanto en su ingesta como incluso a través de la piel. Pero sin duda posee una historia de lo más original.

¿Qué os viene a la mente en cuanto pensáis en una mandrágora? Seguramente El laberinto del fauno, alguna película o serie de televisión similar… y esa forma humanoide tan perturbadora que posee. Efectivamente, el rasgo más distintivo y llamativo de estas plantas se encuentra en esa estructura que tanto ha dado que pensar al ser humano desde que fue descubierta. Y es que no era difícil llegar a la conclusión de que estábamos ante una planta con cualidades mágicas al contemplarla en la Edad Media, una época tan influida por supersticiones capaces de atraer la buena y mala suerte.

No tardaron en atribuírsele todo tipo de cualidades a la planta de la mandrágora: se decía de ella que podía curar la jaqueca, los dolores e incluso la “melancolía del alma”, es decir, la apatía y la languidez. ¿Y cómo se tomaba, si hemos dicho que es altamente tóxica? Pues se podía aplicar como un emplasto o hervirse y convertirse en infusión. No había más que acudir a una bruja que supiera del tema para que nos aconsejara…

Mitad planta, mitad ser humano

Pero la mandrágora también poseía un terrible secreto, y es que se decía que encerraba un alma demoníaca en su interior. De hecho, una creencia popular decía que si se cuidaba una mandrágora durante un período de siete años y se realizaba cierto ritual (que no estaba al alcance de todos, claro está) podía convertirse en un niño auténtico.

Más allá de todas estas leyendas y supersticiones tan pintorescas, hay quien sigue recolectando mandrágoras hoy en día por placer, una forma como cualquier otra de afición por la botánica y las plantas. Si es nuestro caso y queremos encontrarla, los mejores sitios son los rincones sombríos en bosques, cerca de ríos o arroyos.

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